LA ALQUIMIA DE LOS DÍAS [A modo de prólogo]La bitácora [que hojeas] comenzó a gestarse una noche fría de invierno cuando contemplaba las estrellas esparcidas [aparentemente, al azar] por un cielo profundo y limpio, miles y miles de millones de estrellas imperturbables a los fines de los hombres en este diminuto planeta [que no es sólo nuestro y que además conoce su destino: el cuándo le alcance depende de la medida de nuestra Estupidez, de nuestra Codicia, de nuestra Soberbia, de la medida de nuestro Ego, de nuestro Antropocentrismo idiota, ciego y extremadamente predatorio.] El Hombre camina [como puede] bajo esas estrellas porque no sólo le espolea el hambre o la sed [esas nobles necesidades], sino también porque hay sed y hambre de verdad y conocimiento [de sí mismo, de los otros, de lo cognoscible y de lo que no lo es.] La curiosidad es indispensable para sobrevivir. Es caminante, peregrino, viajero y lo es tras una estela inasible y abandonando sutiles huellas [o versos, tal vez, inútiles] por doquier que el mar del tiempo se llevará a no sé dónde ni cuándo [como estas mismas palabras que ahora y aquí escribo: un mensaje en una botella.] Es la alquimia de los días, al crepúsculo, el oro de Ulises. Los días pasan y segregan, depuran al menos dos versos mal rimados: del plomo de la realidad vivida, de las horas de cinc, de las visiones de azufre de la vigilia, del lapislázuli del sueño. Se subliman en oro converso, en gotas contables, en uno, dos o cuatro versos significantes de lo insignificante, de las cosas pequeñas que son, que nos pasan. Se transmutan en materia poética: en conjunción, las palabras y los días... Invierno, 2005 | Daniel Espín López
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miércoles, noviembre 30, 2005
EL POEMANTRA DE LA FALSEDAD OBSERVABLE EN CIFRAS
"May you always know the truth And see the lights surrounding you." Bob Dylan, Forever young.
"Más sol, venga ese mundo soleado, superior al deseo del fuerte, venga más sol feroz. ¡Más, más verdad!" Jorge Guillén, Cántico.
Si hormigueas en el OMbligo, Oh, MANIfiéstate, Sol, en lirios y trémolos, y auPADME de la UMbra branquial a la nube lírica. El bendito Baco bebe menos que un falso budista.
Oh, un amigo intrigante don Lamia en las más altas esferas cuadrangulares y espesas, acaso, ¿el último mercader del amontonarse ovejario, de una tristísima y larga lista en las cloacas de la codicia heptadélfica y la envidia con saña y delirios/difamias en aperitivos y tapitas para el paladar del asno Risotadas?
[Oh, un amigo desconcertante (y añorado en verdad) del que no esperabas, ni comprendes tanta generosidad en silencios administrativos, ay, infelice, ¿qué delito cometí contra vosotros, amigos...?]
Oh, un amigo de la infancia, ¿dónde descansan por fin sus huesos osteopóricos?, ¿en qué estrato de Atapuerca Airport asoma la escápula adánica del prehistórico malentendido en la enésima criba de hilachas?
Si hormigueas en el OMbligo, Oh, MANIfiéstate, Sol, en lirios y trémolos, y auPADME de la UMbra branquial a la nube lírica. El bendito Baco bebe menos que un falso pacifista de derechas, y corbata rayada tal vez y a juego lengua que parece un billete glande de quinientos, y va de jipiesco morondo en patinete, y es el mismo traidor [tal vez, sin saberlo, ignorante bienaventurado] que embarca por ingenuo botox en la nuestra nave de los Argonautas el virus sincitial, el octavo pasajero/depredador, el cuentacuentos Pepperoni, Acebibes Mentís, ZapaLanas Forrajes S.A., RajaYones Cizañas y otras formas novelipídicas de contar las cosas de comer, los cómplices en el campo de la vergüenza, el dinero y la Historia y los tantos muertos inocentes que olvidasteis en Irak el último verano. Somos [tal vez, sin quererlo, Somos] vuestra memoria, recordadlo, Santones amalabanes de noemas gonoRReos o de imperialochismes puagh, Tocatones a shitAR ululante espARciéndola desde el púlpito como ultradominicos a ventiladoR en copelines, o en inspirados domingos sin feligreses ni sus microcofones, sólo delante de sus espejitos mágicos de la señorita Peppy's en paños menores.
Oh, MANIfiéstate, Sol... Es necesario: pues, en la noche de este siglo Meconio y sombrío faltó el buen calostro por los idus de marzo de las primerísimas añadas, durante sus primeros gateos y rumbosos pasitos. La vil corneja en volatinerías rimbombantes transgredía el cielo tan siniestra...
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