LA ALQUIMIA DE LOS DÍAS [A modo de prólogo]La bitácora [que hojeas] comenzó a gestarse una noche fría de invierno cuando contemplaba las estrellas esparcidas [aparentemente, al azar] por un cielo profundo y limpio, miles y miles de millones de estrellas imperturbables a los fines de los hombres en este diminuto planeta [que no es sólo nuestro y que además conoce su destino: el cuándo le alcance depende de la medida de nuestra Estupidez, de nuestra Codicia, de nuestra Soberbia, de la medida de nuestro Ego, de nuestro Antropocentrismo idiota, ciego y extremadamente predatorio.] El Hombre camina [como puede] bajo esas estrellas porque no sólo le espolea el hambre o la sed [esas nobles necesidades], sino también porque hay sed y hambre de verdad y conocimiento [de sí mismo, de los otros, de lo cognoscible y de lo que no lo es.] La curiosidad es indispensable para sobrevivir. Es caminante, peregrino, viajero y lo es tras una estela inasible y abandonando sutiles huellas [o versos, tal vez, inútiles] por doquier que el mar del tiempo se llevará a no sé dónde ni cuándo [como estas mismas palabras que ahora y aquí escribo: un mensaje en una botella.] Es la alquimia de los días, al crepúsculo, el oro de Ulises. Los días pasan y segregan, depuran al menos dos versos mal rimados: del plomo de la realidad vivida, de las horas de cinc, de las visiones de azufre de la vigilia, del lapislázuli del sueño. Se subliman en oro converso, en gotas contables, en uno, dos o cuatro versos significantes de lo insignificante, de las cosas pequeñas que son, que nos pasan. Se transmutan en materia poética: en conjunción, las palabras y los días... Invierno, 2005 | Daniel Espín López
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sábado, diciembre 22, 2007
MELANCOLÍA BAJO EL SOLSTICIO DE INVIERNO

Dedicado a Nuria, a la que tanto amo, quiero y estimo durante tantos tantísimos años...
"¿Las lágrimas que no se lloran esperan en pequeños lagos?" Pablo Neruda, Libro de las preguntas.
No creo. Escruto los caminos desde la encrucijada que me desafía del ayer en adelante. Los impugno. Anhelaba factores los alterar, pero inútilmente: se me negaron de siempre las matemáticas y la contabilidad que se gastan esos miles de listos largos en malicia y disléxicos, difamadores mangosta y otros coprozoarios; se me negó también la física indigesta de los conjuntos acompañados del simplón simplicísimo runrún del rencor y el odio a dos lenguas, incomprensibles ambas. Porque al contrario el poeta hace largo tiempo decidió Ser por decencia de los últimos de la clase cerca de las ventanas, o un santo perdedor más o menos... Y en este pentagrama, sin embargo, no acierto, no marcan el compás debido, se me parecen sólo luciérnagas sin traducción como del fondo oscuro una serie de notas imperfectas a pie de página, [porque en efecto Todo es tosco recorrido y Azar], como ramas secas a posteriori que se rompen sin estridencias o flotan con rumbo a nortes aparentes al encuentro de no sé qué porvenir ilusorio, o se cansan de ir a contracorriente en este río a la mitad de mi vida, tal vez, sin armonía la composición que un día de tantos se descompondrá sobre un montón de trigo.
[No creo que haya más versos que escribir en este poema...]
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