LA ALQUIMIA DE LOS DÍAS [A modo de prólogo]La bitácora [que hojeas] comenzó a gestarse una noche fría de invierno cuando contemplaba las estrellas esparcidas [aparentemente, al azar] por un cielo profundo y limpio, miles y miles de millones de estrellas imperturbables a los fines de los hombres en este diminuto planeta [que no es sólo nuestro y que además conoce su destino: el cuándo le alcance depende de la medida de nuestra Estupidez, de nuestra Codicia, de nuestra Soberbia, de la medida de nuestro Ego, de nuestro Antropocentrismo idiota, ciego y extremadamente predatorio.] El Hombre camina [como puede] bajo esas estrellas porque no sólo le espolea el hambre o la sed [esas nobles necesidades], sino también porque hay sed y hambre de verdad y conocimiento [de sí mismo, de los otros, de lo cognoscible y de lo que no lo es.] La curiosidad es indispensable para sobrevivir. Es caminante, peregrino, viajero y lo es tras una estela inasible y abandonando sutiles huellas [o versos, tal vez, inútiles] por doquier que el mar del tiempo se llevará a no sé dónde ni cuándo [como estas mismas palabras que ahora y aquí escribo: un mensaje en una botella.] Es la alquimia de los días, al crepúsculo, el oro de Ulises. Los días pasan y segregan, depuran al menos dos versos mal rimados: del plomo de la realidad vivida, de las horas de cinc, de las visiones de azufre de la vigilia, del lapislázuli del sueño. Se subliman en oro converso, en gotas contables, en uno, dos o cuatro versos significantes de lo insignificante, de las cosas pequeñas que son, que nos pasan. Se transmutan en materia poética: en conjunción, las palabras y los días... Invierno, 2005 | Daniel Espín López
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viernes, enero 13, 2006
LO INNECESARIO
"...Que es propio de los dioses no necesitar de nada, y de los que se parecen a los dioses necesitar de poquísimas cosas." Diógenes Laercio, Sobre las vidas, opiniones y sentencias de los filósofos.
Aislo el virus de lo innecesario, bien descrito en la fracción [machando el cálculo] no querer más / de lo que necesitas = es posible que la paz que otorga sea un bien más valiosísimo que el oro en lingotes, pues, qué poco o casi nada hay menester para vivir dignamente, la mayor parte es el equipaje de más, creo que después de evaluarlo sobra, oh, casi todo. Que no se equivocan las exactas matemáticas en estos términos. El equipaje en este asenderear sin fin siempre pesa pesa siempre demasiado.
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