LA ALQUIMIA DE LOS DÍAS [A modo de prólogo]La bitácora [que hojeas] comenzó a gestarse una noche fría de invierno cuando contemplaba las estrellas esparcidas [aparentemente, al azar] por un cielo profundo y limpio, miles y miles de millones de estrellas imperturbables a los fines de los hombres en este diminuto planeta [que no es sólo nuestro y que además conoce su destino: el cuándo le alcance depende de la medida de nuestra Estupidez, de nuestra Codicia, de nuestra Soberbia, de la medida de nuestro Ego, de nuestro Antropocentrismo idiota, ciego y extremadamente predatorio.] El Hombre camina [como puede] bajo esas estrellas porque no sólo le espolea el hambre o la sed [esas nobles necesidades], sino también porque hay sed y hambre de verdad y conocimiento [de sí mismo, de los otros, de lo cognoscible y de lo que no lo es.] La curiosidad es indispensable para sobrevivir. Es caminante, peregrino, viajero y lo es tras una estela inasible y abandonando sutiles huellas [o versos, tal vez, inútiles] por doquier que el mar del tiempo se llevará a no sé dónde ni cuándo [como estas mismas palabras que ahora y aquí escribo: un mensaje en una botella.] Es la alquimia de los días, al crepúsculo, el oro de Ulises. Los días pasan y segregan, depuran al menos dos versos mal rimados: del plomo de la realidad vivida, de las horas de cinc, de las visiones de azufre de la vigilia, del lapislázuli del sueño. Se subliman en oro converso, en gotas contables, en uno, dos o cuatro versos significantes de lo insignificante, de las cosas pequeñas que son, que nos pasan. Se transmutan en materia poética: en conjunción, las palabras y los días... Invierno, 2005 | Daniel Espín López
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lunes, agosto 10, 2020
SIN TI EN LA CASA DE ASTERIÓN
"El sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba ni un vestigio de sangre. —¡Lo creerás, Ariadna! —dijo Teseo—. El Minotauro apenas se defendió." Jorge Luis Borges, El Aleph, La casa de Asterión.
"Es de eso de lo que hablan, con lentitud, las olas.
Se oye pasar un tren por el puente de hierro
que cruza por encima de las casas.
Es un grito de amor desesperado.
Una triste ternura que se va." Joan Margarit, No estaba lejos, no era difícil.
Para Tao.
SIN TI en el rumiaje en la Soledad
en el laberinto que no habita ni siquiera Nadie
en la casa de Asterión bajo la cáscara
del Olvido con que me nombran
SIN TI Nadie sabe de Nadie en verdad y la Nada
creo que es la última cena
SIN TI la Melancolía de a gotas resbala
por las rocas de la gruta como fugaces estrellas
que alumbran los íntimos umbrales
SIN TI la casa de la Decepción
cuando contemplo el rostro de los otros sin máscara
y el de este necio aflictivo contrahecho
Mundo que huele a lodo
fétido y brutal
SIN TU MIRADA limpia y verdadera
que pueda contemplar ese mundanal espectáculo
por mis ojos
con la más pura de las inocencias...
Etiquetas: Daniel Espín, elegía, montaña, poesía, poeta, Tao, versos, versos cotidianos
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