LA ALQUIMIA DE LOS DÍAS [A modo de prólogo]La bitácora [que hojeas] comenzó a gestarse una noche fría de invierno cuando contemplaba las estrellas esparcidas [aparentemente, al azar] por un cielo profundo y limpio, miles y miles de millones de estrellas imperturbables a los fines de los hombres en este diminuto planeta [que no es sólo nuestro y que además conoce su destino: el cuándo le alcance depende de la medida de nuestra Estupidez, de nuestra Codicia, de nuestra Soberbia, de la medida de nuestro Ego, de nuestro Antropocentrismo idiota, ciego y extremadamente predatorio.] El Hombre camina [como puede] bajo esas estrellas porque no sólo le espolea el hambre o la sed [esas nobles necesidades], sino también porque hay sed y hambre de verdad y conocimiento [de sí mismo, de los otros, de lo cognoscible y de lo que no lo es.] La curiosidad es indispensable para sobrevivir. Es caminante, peregrino, viajero y lo es tras una estela inasible y abandonando sutiles huellas [o versos, tal vez, inútiles] por doquier que el mar del tiempo se llevará a no sé dónde ni cuándo [como estas mismas palabras que ahora y aquí escribo: un mensaje en una botella.] Es la alquimia de los días, al crepúsculo, el oro de Ulises. Los días pasan y segregan, depuran al menos dos versos mal rimados: del plomo de la realidad vivida, de las horas de cinc, de las visiones de azufre de la vigilia, del lapislázuli del sueño. Se subliman en oro converso, en gotas contables, en uno, dos o cuatro versos significantes de lo insignificante, de las cosas pequeñas que son, que nos pasan. Se transmutan en materia poética: en conjunción, las palabras y los días... Invierno, 2005 | Daniel Espín López
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sábado, febrero 01, 2020
LA MUERTE DEL ÚLTIMO AMIGO
"Todavía un instante, mientras todo se pierde,
la memoria que guarda la belleza de un rostro,
esos ojos lejanos que derraman
su claridad aquí, tan dulce y leve,
este amor obstinado
para cuando el olvido..." Ángel González,
101+19=120 poemas, Sol ya ausente.
"Quoth the Raven, 'Nevermore.'" Edgar Allan Poe, El cuervo.
In memóriam: a nuestro amigo, a nuestro hijo Tao que fue tan verdadero y bondadoso. Inauguro también un blog dedicado a su memoria: Leer Para Ser Libre.
de aquel valle deviene el aullido sí hoy aúlla el silencio
por las estancias que tú habitabas donde tú eras la certidumbre
de que eso era la vida. Con tu figura sobre la roca sí hoy aúlla
el silencio, el silencio que devasta estas horas, que retumba
en el hueco de la memoria última. El silencio
que es la hoja caída tal vez tu nítida ausencia que dibuja
algunas estelas en el aire como el último sendero
que recorras
hasta el nunca jamás de aquel cuervo
delante de mis ojos que hoy sin cielo han quebrado
en la fragilidad del todo...
 Etiquetas: Daniel Espín, elegía, poesía, Tao, versos cotidianos
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